4. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD - El Kybalion - Hermes Trismegisto


«Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; semejante y desemejante son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado: los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas.»
El Kybalion.

Principio Polaridad - Hermes Trismegisto - Camino Conciencia

Este principio incorpora la verdad -de que «todo es dual», «todo tiene dos polos», «todo tiene su par de opuestos», todos los cuales eran viejos axiomas herméticos. Explica las viejas paradojas, que han dejado perplejos a tantísimos, que han sido establecidas como sigue: «Tesis y antítesis son idénticas en naturaleza, pero diferentes en grado»; «los opuestos son lo mismo, difiriendo sólo en grado»; los pares de opuestos pueden ser reconciliados»; «los extremos se encuentran»; «todo es y no es al mismo tiempo»; «todas las verdades no son sino medias verdades»; «toda verdad es medio falsa»; «hay dos lados para todo», etc. Explica que en todo hay dos polos, o aspectos opuestos, y que los «opuestos» son realmente sólo los dos extremos de la misma cosa, con muchos grados variables entre ellos. Para ilustrar esto: calor y frío, aunque «opuestos», son realmente la misma cosa, consistiendo la diferencia meramente de grados de la misma cosa. ¡Mirad a vuestro termómetro y ved si podéis descubrir dónde termina el «calor» y comienza el «frío»!
NO hay tal cosa como el «calor absoluto» o el «frío absoluto» -los dos términos «calor» y «frío» indican simplemente grados variables de la misma cosa, y esa «misma cosa» que se manifiesta como «calor» y «frío» es meramente una forma, una variedad y una frecuencia de vibración-. Así que «calor» y «frío» son simplemente los «dos polos» de eso que llamamos «calor»-y los fenómenos que le acompañan en consecuencia son manifestaciones del principio de polaridad-.
El mismo principio se manifiesta en el caso de «luz y oscuridad», que son la misma cosa, consistiendo la diferencia de grados variables entre los dos polos del fenómeno. ¿Dónde cesa la «oscuridad» y comienza la «luz»? ¿Cuál es la diferencia entre « grande» y «pequeño»? ¿Entre «duro» y «blando»? ¿Entre «negro» y «blanco»? ¿Entre «agudo» y «romo»? ¿Entre «bulla» y «calma»"? ¿Entre «alto» y «bajo»? ¿Entre «positivo» y «negativo»? El principio de polaridad explica estas paradojas, Y ningún otro principio puede suplantarlo. El mismo principio opera en el plano mental. Tomemos un ejemplo radical y extremo: el de «amor y odio», dos estados mentales totalmente diferentes aparentemente. Y sin embargo hay grados de odio y grados de amor, y un punto medio en el que usamos los términos «gusto» e, «disgusto». que se solapan tan Gradualmente que a veces no atinamos a saber si «gustamos» o «disgustamos» o «ninguna de ambas cosas». Y todos son simplemente grados de la misma cosa, como veréis si queréis pensar tan sólo un momento. Y más que esto (y considerado de más importancia por los hermetistas), es posible cambiar las vibraciones de odio a las vibraciones de amor, en la propia mente de uno y en las mentes de otros. Muchos de vosotros, que leéis estas líneas, habéis tenido experiencias personales de la rápida transición involuntaria del amor al odio, y al contrario, en vuestro propio caso y en el de otros. Y realizaréis por tanto la posibilidad de que esto se consiga por el uso de la voluntad, por medio de las fórmulas herméticas. «Bien» y «mal» no son sino los polos de la misma cosa, y el hermetista entiende el arte de transmutar el mal en bien, por medio de una aplicación del principio de polaridad. En breve, el «arte de polarización» se convierte en una fase de la «alquimia mental» conocida y practicada por los maestros herméticos antiguos y modernos. Un entendimiento del principio le capacitará a uno para cambiar su propia polaridad, así como la de otros, si quiere dedicar el tiempo y el estudio necesarios para amaestrar el arte.

LA POLARIDAD
El gran cuarto principio hermético -el principio de polaridad- incorpora la verdad de que todas las cosas manifiestas tienen «dos lados», «dos aspectos», «dos polos», «un par de opuestos», con múltiples grados entre los dos extremos. Las viejas paradojas, que han dejado siempre perplejas la mente de los hombres, son explicadas por una comprensión de este principio. El hombre ha reconocido siempre algo similar a este principio, y se ha esforzado por expresarle por dichos, máximas y aforismos tales como el siguiente: «Todo es y no es, al mismo tiempo»; «todas las verdades no son sino medias-verdades»; «toda verdad es medio-falsa»; «hay dos lados para todo»; «hay un reverso para todo escudo», etc.
Las enseñanzas herméticas son que la diferencia entre cosas aparentemente opuestas de modo diametral una a la otra es meramente una cuestión de grado. Enseña que «los pares de opuestos pueden ser reconciliados», y que «tesis y antítesis son idénticas en naturaleza, pero diferentes en grado»; y que la «reconciliación universal de opuestos» se efectúa por un reconocimiento de este principio de polaridad. Los instructores alegan que pueden tenerse ilustraciones de este principio a puñados, y a partir de un examen de la naturaleza real de cualquier cosa. Empiezan mostrando que espíritu y materia no son sino los dos polos de la misma cosa, siendo los planos intermedios meramente grados de vibración. Muestran que EL TODO y los muchos son lo mismo, siendo la diferencia meramente una cuestión de grado de manifestación mental. Así, la LEY y las leyes son los dos polos opuestos de una cosa. Igualmente, PRINCIPIO y principios. Mente infinita y mentes finitas.
Pasando entonces al plano físico, ilustran el principio mostrando que el calor y el frío son idénticos en naturaleza, siendo las diferencias meramente una cuestión de grados. El termómetro muestra muchos grados de temperatura, siendo llamado el polo más bajo «frío» y el más elevado, «calor». Entre estos dos polos hay muchos grados de «calor» o «frío», llámalos cualquiera de los dos y estarás igualmente en lo correcto. El superior de dos grados es siempre «más cálido», mientras que el inferior es siempre «más frío». No hay ninguna norma absoluta, todo es una cuestión de grado. No hay ningún lugar en el termómetro donde el calor cese y comience el frío. Es todo una cuestión de vibraciones más altas o más bajas. Los mismos términos «alto» y «bajo», que estamos compelidos a usar, no son sino polos de la misma cosa -los términos son relativos-. Igual con «Este y Oeste»; viajad alrededor del mundo en dirección Este, y alcanzaréis un punto que se llama Oeste en vuestro punto de partida, y retornáis desde ese punto hacia el Oeste. Viajad lo bastante lejos al Norte, y os encontraréis viajando hacia el Sur, o viceversa.
Luz y oscuridad son polos de la misma cosa, con muchos grados entre ellas. La escala musical es lo mismo; comenzando con «do» os movéis hacia arriba hasta que alcanzáis otro «do», y así sucesivamente, siendo las diferencias entre los dos extremos del cuadro las mismas, con muchos grados entre los dos extremos. La escala de color es lo mismo, siendo la única diferencia entre el violeta alto y el rojo bajo de vibraciones más altas o más bajas. Grande y pequeño son relativos. Igual lo son ruido y silencio; duro y blando siguen la regla. Igualmente agudo y romo. Positivo y negativa son dos polos de la misma cosa, con incontables grados entre ellos.
Bueno y malo no son absolutos; llamamos a un extremo de la escala bueno y al otro malo, o a un extremo bien y al otro mal, de acuerdo con el uso de los términos. Una cosa es «menos buena» que la cosa más arriba en la escala; pero esa cosa «menos buena», a su vez, es «más buena» que la siguiente cosa bajo ella; y así sucesivamente, siendo regulado el «más o menos» por la posición en la escala.
Y así es en el plano mental. «Amor y odio» son considerados generalmente como cosas diametralmente opuestas una a la otra, enteramente diferentes, irreconciliables. Pero aplicamos el principio de polaridad; encontramos que no hay tal cosa como amor absoluto u odio absoluto, como distintos uno del otro. Los dos son meramente términos aplicados a los dos polos de la misma cosa. Empezando en cualquier punto de la escala encontramos «más amor», o «menos odio», conforme ascendemos la escala; y «más odio» o «menos amor» conforme descendemos -siendo esto verdad no importa de qué punto, alto o bajo, podamos comenzar-. Hay grados de amor y odio, y hay un punto medio donde «gusto y disgusto» se vuelven tan débiles que es difícil distinguir entre ellos. Coraje y miedo caen bajo la misma regla. Los pares de opuestos existen en todas partes. Donde encontráis una cosa encontráis su opuesto -los dos polos.
Y es este hecho el que permite al hermetista transmutar un estado mental en otro, a lo largo de las líneas de polarización. Las cosas que pertenecen a clases diferentes no pueden ser transmutadas una en la otra, pero las cosas de la misma clase pueden ser cambiadas, esto es, pueden tener cambiada su polaridad. Así el amor nunca se convierte en Este u Oeste, o rojo o violeta -pero puede, y a menudo lo hace, convertirse en odio-, e igualmente el odio puede ser transformado en amor, cambiando su polaridad. El coraje puede ser transmutado en miedo, y al revés. Las cosas duras pueden ser vueltas blandas. Las cosas romas se vuelven agudas. Las cosas calientes se vuelven frías. Y así sucesivamente, siendo siempre la transmutación entre cosas de la misma clase de grados diferentes. Tomad el caso de un hombre temeroso. Elevando sus vibraciones mentales a lo largo de la línea de miedo-coraje, puede llenarse con el más elevado grado de coraje y temeridad. E, igualmente, el hombre indolente puede cambiarse en un individuo activo, enérgico, simplemente polarizándose a lo largo de las líneas de la cualidad deseada.
El estudiante que está familiarizado con los procesos por los que las diversas escuelas de ciencia mental, etc., producen cambios en los estados mentales de aquellos que siguen sus enseñanzas, puede no entender fácilmente el principio que subyace a muchos de estos cambios. Cuando, sin embargo, una vez que el principio de polaridad es captado, y se ve que los cambios mentales son ocasionados por un cambio de polaridad -un deslizamiento a lo largo de la misma escala-, la cuestión se entiende más fácilmente. El cambio no es de la naturaleza de una transmutación de una cosa en otra enteramente diferente, sino que es meramente un cambio de grado en las mismas cosas, una diferencia bastamente importante. Por ejemplo, tomando prestada una analogía del plano físico, es imposible cambiar calor en agudeza, ruido, altura, etc., pero el calor puede ser fácilmente transmutado en frío, simplemente bajando las vibraciones. Del mismo modo, odio y amor son mutuamente transmutables; igual lo son el temor y el coraje. Pero el temor no puede ser transformado en amor, ni puede el coraje ser transmutado en odio. Los estados mentales pertenecen a innumerables clases, cada una de cuyas clases tiene sus polos opuestos, a lo largo de la cual es posible la transmutación.
El estudiante reconocerá fácilmente que en los estados mentales, así como en los fenómenos del plano físico, los dos polos pueden ser clasificados como positivo y negativo, respectivamente. Así el amor es positivo ante el odio, el coraje ante el temor, la actividad ante la no-actividad, etc. Y se notará también que incluso para aquellos no familiarizados con el principio de vibración, el polo positivo les parece ser de un grado superior que el negativo, y fácilmente lo domina. La tendencia de la Naturaleza es en la dirección de la actividad dominante del polo positivo.
En adición al cambio de los polos de los propios estados mentales de uno por la operación del arte de polarización, los fenómenos de la influencia mental, en sus múltiples fases, nos muestran que el principio puede ser extendido de modo que abrace los fenómenos de la influencia de una mente sobre otra, sobre la que tanto se ha escrito y enseñado en los últimos años. Cuando se entiende que la inducción mental es posible, esto es, que pueden producirse estados mentales por «inducción» a partir de otros, entonces podemos fácilmente ver cómo una cierta frecuencia de vibración, o polarización de un cierto estado mental, puede ser comunicada a otra persona, y cambiada así su polaridad en esa clase de estados mentales. Es a lo largo de este principio que se obtienen los resultados de muchos de los «tratamientos mentales». Por ejemplo, una persona está «triste», melancólica y llena de miedo. Un científico mental, llevando su mente hasta la vibración deseada por su voluntad entrenada, y obteniendo así la polarización deseada en su propio caso, produce entonces un similar estado mental en el otro por inducción, siendo el resultado que las vibraciones son elevadas y la persona se polariza hacia el extremo positivo de la escala en vez de hacia el negativo, y su temor y otras emociones negativas son transmutadas a coraje y estados mentales positivos similares. Un pequeño estudio os mostrará que estos cambios mentales están casi a todo lo largo de la línea de polarización, siendo el cambio uno de grado más que de clase.
Un conocimiento de la existencia de este gran principio hermético capacitará al estudiante a entender mejor sus propios estados mentales, y los de otra gente. Verá que estos estados son todos cuestiones de grado, y viendo esto, será capaz de elevar o bajar la vibración a voluntad, de cambiar sus polos mentales, y ser así maestro de sus estados mentales, en vez de ser su siervo y esclavo. Y por su conocimiento será capaz de ayudar a sus compañeros inteligentemente, y por los métodos apropiados cambiará la polaridad cuando lo mismo sea deseable. Aconsejamos a todos los estudiantes familiarizarse con este principio de polaridad, pues un entendimiento correcto del mismo arrojará luz sobre muchos asuntos difíciles.
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